Una de las máximas de los ajedrecistas es que cada partida es independiente de la anterior: todas son distintas y transcurrirán de forma diferente. Pero no es tan sencillo: cuando una ficha de dominó cae, la corriente de fichas ya no se puede parar: una decisión genera múltiples consecuencias posteriores, incluso inimaginables cuando cayó la primera ficha. Por lo tanto, ambos conceptos van ligados y se aproximan más a la realidad en conjunto que por separado.
En el ajedrez, se suele dar importancia a las piezas importantes: el alfil, la torre, la reina, etc... Pero los peones suelen recibir poca importancia, incluso son empleados como elemento de distracción por algunos jugadores para una meta mayor. Sin embargo, los que conocen bien el ajedrez, los consideran muy valiosos, ya que suelen ser la clave para ganar muchas de las partidas.
Es cierto que muchas partidas se ganan con las piezas principales, pero las partidas largas, las complicadas o en las que los rivales son de una calidad similar, un peón puede ser la clave para una victoria o para una derrota.
El peón es una pieza que aparentemente es poco útil para ganar: no tiene la elegancia ni la planta de una figura, es de movilidad escasa y pasa inadvertido para muchos a la hora de elaborar sus jugadas, pero realmente tiene un gran poder: es muy útil como defensa y si se coloca bien puede llegar al final del tablero y darte la pieza que necesitas para ganar o para revertir el cariz de la partida. Además puede forzar un jaque mate para finalizar una partida y darte la victoria. Es una pieza paciente que aguarda durante muchos minutos los movimientos de otras fichas para ser útil en el momento adecuado, pero que si se emplea mal puede perder el valor que tiene en un solo movimiento.
Por otra parte, las diversas piezas importantes suelen ser las utilizadas para las grandes jugadas, ataque y defensa, pero la más empleada es la reina. Es la pieza total: movilidad y recorrido por el tablero mayor que cualquier otra pieza, elegancia y supremacía en el juego. Es la que todo el mundo pretender conservar y utilizar para dominar la partida y la que se intenta salvaguardar a toda costa (a excepción del rey).
Cuando se plantea una partida mucha gente piensa en las piezas con mayor presencia y movilidad y se olvida de los peones. Un jugador mediocre no da importancia a la pérdida de un peón, pero sí a la de, por ejemplo, un alfil. Suele ser una filosofía de juego errónea, ya que siempre hay que saber qué se está perdiendo y por qué. Si se pierde la perspectiva la partida se hará mucho más complicada.
Por otra parte, también es cierto, que en el ajedrez hay veces que hay que darse cuenta que no puedes ganar: en esos casos hay que saber jugar tus fichas a tiempo si no es posible la victoria para evitar a tiempo una derrota. La meta es conseguir salir airoso con tablas o sino, darle la mano a tu rival y comenzar otra partida: ésta será totalmente distinta.
Philipp
Muy bien! me recuerda a un agradable libro, La Table de Flandes!
ResponderEliminarHackett Out
Tiene un enfoque distinto al anterior, espero que guste a la gente, gracias!
ResponderEliminarPhilipp