Hace un tiempo, me contó un amigo la siguiente historia:
“Era
verano, y estaba de vacaciones con la familia. En un momento decidí
irme a pasear sólo por el paseo marítimo para poder disfrutar de la
suave brisa vespertina del Mediterráneo. Iba tranquilamente, relajado,
por fin había desconectado de tantas tardes de estudio y del trabajo de
media jornada de los fines de semana. De repente, apareció un grupo de
personas, todas ataviadas con trajes y algunas que portaban pancartas en
las que se leía CEOE. Uno de esos individuos se me acercó y me dijo que
no podía estar sin hacer nada, que estábamos en crisis. Entre varios
hombres me arrastraron al hotel más cercano, y me encomendaron la labor
de subir las maletas de los clientes…”
Todo lo anterior es pura
fantasía, algo impensable, y que por supuesto no ha ocurrido en ese
sentido. Me gustaría subrayar esa última parte en ese sentido, porque
en el contrario ocurre habitualmente, o por lo menos cada vez que hay
una bada cheneral (huelga general).
Cientos de personas, los
piquetes informativos, nos informan sobre la recomendación casi
obligada de hacer huelga. Para ello no dudan en bloquear carreteras de
acceso a polígonos industriales, cerrar fábricas, universidades,
tiendas,…tampoco dudan en sabotear cerraduras con silicona, en insultar e
incluso llegar a agredir a tenderos, en romper escaparates, etc.
¿Es
esto libertad? ¿Es democracia? No. Tanto la huelga, como el trabajo
son derechos que tenemos los ciudadanos, y que podemos cumplir sean
cuales sean nuestras orientaciones políticas. No voy a entrar a debatir
si la huelga de hoy era necesaria o no, posiblemente sí, pero lejos de
ese punto, no se puede obligar a la ciudadanía a cumplirla.
Seguramente
los sindicalistas habrán visto a los esquiroles como anticuados
conservadores anti proletario. Yo más bien veo a padres y madres de
familia, que si ese día no van a trabajar van a dejar de ganar unos
cuantos euros que contribuyen a llegar a fin de mes. Posiblemente,
muchos de los que se hacen llamar piquetes, lo verían desde otro punto
de vista si ellos mismos no recibieran dinero de los sindicatos ese día.
Estoy
casi seguro de que la mayoría de las personas que no secundan la
huelga, no lo hacen por convicciones políticas (otros sí). Lo que está
claro es que se deben respetar las libertades individuales, y que si
quieren que el conjunto de los ciudadanos respalden la huelga que se
limiten a anunciarla y a hacer manifestaciones, y luego cada uno que
decida LIBREMENTE.
La libertad de uno termina donde empieza la del otro
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