Hay veces que la gente me pregunta, ¿por qué te gusta el fútbol?, y la verdad es que me quedo pensando un rato y al final no sé darles una respuesta que explique realmente lo que siento por este deporte.
Es cierto que practicarlo desde muy pequeño hace que te aficiones, de hecho aún guardo alguna camiseta de mi infancia: una del Real Zaragoza de la Recopa del 95 con Pardeza a la espalda y una del Real Madrid con el dorsal y el nombre de Laudrup, uno de mis ídolos desde niño.
Y creo que es en parte por eso por lo que me gusta el fútbol: desde pequeño algunos de mis ídolos han sido futbolistas, no por ser mediáticos, sino por su calidad en el campo. Citaré varios, pero seguro que me dejo alguno en el tintero: Giggs, Scholl, Raúl, Baresi, Redondo, Scholes, Buffon, Laudrup, Maldini, Laudrup, Zidane, etc...
También creo que el practicarlo tanto tiempo hace que el sentimiento sea mayor: la convivencia con los compañeros y amigos, conseguir títulos con el equipo, salir de situaciones comprometidas en la tabla, los viajes y las comidas juntos, la tensión en el campo para competir bien y hacerlo lo mejor posible, el sabor amargo de las derrotas y la alegría de las victorias, el salir aplaudido del campo o que te feliciten al acabar, o simplemente el llegar a casa y decirle al familiar que no te ha podido ir a ver que has metido un gol o que tu equipo ha ganado el partido y ver cómo se le pinta una sonrisa en la cara al ver tu felicidad... son cosas que hacen que te aficiones a este deporte.
Pero luego ya pasas a otra fase y te haces seguidor de un equipo concreto, y es en ese momento cuando tus alegrías y tristezas futbolísticas ya no son individuales sino compartidas en parte. Sufres con las derrotas y te llenas de orgullo y alegría con las victorias, increpas a los árbitros cuando perjudican a tu equipo y a la afición rival cuando llevas las de ganar. Esta fase de forofismo es en ocasiones algo ciega e irracional, pero también positiva si no se sobrepasan ciertas líneas rojas. Porque todo el mundo quiere lo mismo: que su equipo gane, vaya bien y dé alegrías a su afición. No siempre llueve a gusto de todos, pero esto es un juego: para que un equipo gane, el otro tiene que perder.
Después llega un momento en el que ves los partidos no sólo porque te gusta un equipo (sigues queriendo igual que gane, y por goleada si es posible), sino para ver buen fútbol. No estoy hablando de tácticas ni nada por el estilo, sino que hablo de saborear el placer de un buen partido, de un buen gol o de una buena jugada, independientemente del equipo o jugador que la haga. No me estoy refiriendo a ver 30 partidos a la semana ni nada por el estilo, no, me refiero por ejemplo a ver un partido del equipo en teoría rival del equipo al que sigues y no enfadarte porque este gane, sino disfrutar del juego y lamentarte si este no es bueno.
Finalmente, el fútbol sirve para unir, incluso a un país, como se vio en España en el Mundial 2010, pero sobre todo lleva la felicidad a muchos hogares: gente que espera que su equipo gane el fin de semana para tener una alegría después de una semana difícil, o niños que juegan delante de su casa con jerséis como porterías y un balón. Si habéis visto la cara de los niños antes, durante y después de este tipo de partidos entenderéis porqué me gusta el fútbol.
Es por todo esto por lo que me gusta el fútbol, por todo lo que implica y engloba, y no tanto por los flashes, el dinero y por todo lo mediático que conlleva. Y a este respecto quiero hacer un comentario: el fútbol de primer nivel, los medios y los organismos internacionales no son actualmente lo que yo considero el fútbol real, están dando un mal ejemplo y se están alejando de la filosofía del deporte, para entrar en otra filosofía mucho más cruel: la del dinero y el negocio.
Muchas de las ideas que transmito en este artículo son aplicables a los diversos deportes, de los que hablaré en otras muchas ocasiones, porque otra cosa que también me parece importante resaltar es: no sólo existe el fútbol, hay también numerosos deportes, de los que muchas veces ni se habla y que conllevan mucho más esfuerzo que el fútbol, que para que mentir, está por todas partes últimamente.
Philipp
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