domingo, 25 de marzo de 2012

Etiquetas y Prejuicios

En ocasiones, tenemos la mala costumbre de elaborar un juicio sobre alguien sin conocerlo en persona, por lo que otro nos dice de ella o por lo que lo hemos visto hacer, sus actitudes, etc,... y esto nos condiciona a la hora de conocerle de verdad ya que partimos desde un punto de vista negativo.
Por desgracia, son estos prejuicios negativos los que pueden hacer que dejemos de conocer a una persona magnífica, o también al revés, son estos prejuicios los que pueden ser positivos para alejarnos de una mala persona, aunque este caso no es habitual: los prejuicios suelen ser erróneos y hacen que perdamos una gran oportunidad para conocer a una persona que merece la pena.
Los prejuicios pueden estar condicionados por el entorno en el que cada uno se mueve, ya sea por temas económicos, de clase social, de estilo de vida, etc..., pero también pueden ser por los principios e ideas que cada uno tenemos: actitudes ante lo que va ocurriendo en la vida, ideología, forma de ver las cosas, etc..., pero normalmente es por un conjunto de ambos, factores internos y externos, que condicionan la decisión final sobre esa persona aún sin haberla conocido o incluso hablado con ella.
Es cierto que hay estudios científicos que indican que cuando vemos a una persona elaboramos un juicio en los primeros 7-8 segundos, pero también es cierto que ese juicio se puede variar después de conocer a la persona, y si no lo creéis pensad un poco, reflexionad, y seguro que encontraréis más de un caso en vuestras vidas de esto que estoy hablando.
También hay otro tema que me gustaría tratar que es el de “etiquetar” a la gente. En la sociedad actual, por desgracia, se hace todos los días y con todas las personas. Está relacionado con los prejuicios pero tiene un matiz distinto: la sociedad exige que etiquetemos a las personas en las diversas categorías y parámetros para trazar un perfil rápido de las mismas y meterlas en diversos sacos de gente que parece cortada por el mismo patrón.
Pero nos olvidamos de lo principal, nadie es igual que otro interiormente. Cada uno somos diferentes al de al lado (¡y menos mal, sino esto sería aburridísimo!) y aunque podamos parecernos en ciertos aspectos siempre tenemos matices que nos hacen distintos. No quiero poner ejemplos porque creo que todos podemos encontrar multitud de ellos, así que igual que antes, reflexionad un poco y creo que entenderéis lo que quiero transmitir.
Hay partes de las personas que no conocemos, incluso después de haber tratado con ellas mucho tiempo, porque la relación ha sido superficial, porque la persona tiene ciertas partes escondidas o por lo menos poco visibles (y sólo las muestra a personas concretas) o porque nuestros prejuicios y las etiquetas impuestas nos hacen pensar que no hay nada más.
Los prejuicios y las etiquetas hacen que tras conocer a una persona elaboremos una opinión acerca de la misma, pero son esas etiquetas y esos prejuicios los que pueden hacernos conocer a la persona sólo desde el punto de vista superficial, o por lo menos, la fachada que nos quiere enseñar o la parte de su persona que queremos ver o nos quiere mostrar. Pero yo creo que hay que ir más allá, hay que conocer el fondo real y todas las partes antes de elaborar una opinión.
La conclusión es simple: las personas son mucho más que caras, cuerpos, gestos, etc..., tienen un interior que puede ser bueno, malo o regular, pero que generalmente merece la pena ser explorado, eliminando los juicios previos y las etiquetas que les imponemos sin conocerlos o después de conocerlos ligeramente, para llegar realmente a su fondo tras eliminar todas las superficialidades y nimiedades. Es al llegar a este punto cuando se conoce a la persona de verdad, sin el físico y la fachada que quiere imponer al resto y es este el momento para decidir.
Philipp

No hay comentarios:

Publicar un comentario