sábado, 15 de septiembre de 2012

Cambios y puntos de inflexión


Es indudable que el cambio es algo inevitable y necesario en el ser humano. Conforme vamos creciendo, nuestra personalidad va variando de forma imperceptible en el día a día, pero de manera notoria con el paso del tiempo.

Son procesos que suceden poco a poco, motivados tanto por el desarrollo corporal y físico de la persona como por las decisiones personales que realizamos y por la trayectoria  y los sucesos que cada uno vivimos. Hay algunos a los que los cambios se les notan más, a otros menos, pero todos los realizamos. Por supuesto, son un arma de doble filo, ya que pueden ser cambios que mejoren nuestra personalidad o, por otra parte, la pueden empeorar, aunque habitualmente son variaciones a mejor.

Generalmente, no nos damos cuenta de lo que hemos cambiado hasta que un día echamos la vista atrás y apreciamos los leves detalles o las grandes variaciones que hemos experimentado, desde en las cosas más nimias hasta en las más importantes: cambios en la forma de plantear un conflicto, de pensar en un tema concreto, de la  forma encarar la vida o de plantearnos las relaciones con los demás, etc... Hay muchos ejemplos, aunque debe ser cada uno en una breve reflexión interna el que los debe encontrar.

Sufrimos cambios fisiológicos y propios de cada edad, necesarios e inevitables. Por otra parte, otro tipo de cambios son los que realizamos voluntariamente para variar o mejorar partes concretas de nuestra personalidad. Con ellos retocamos facetas que creemos que podemos cambiar si nos aplicamos a ello. Y luego están los cambios que particularmente experimentamos cada uno, consecuencia de las circunstancias personales. Se deben a hechos concretos en la vida de cada persona que marcan en ella un antes y un después y que generan un cambio en la personalidad: son los llamados puntos de inflexión.
 


Pueden ser momentos de éxito o de fracaso, de tristeza o de alegría, colectivos o en solitario, sencillos o de una gran complejidad, etc... Estos hechos configuran algunos detalles de nuestra personalidad y de nuestra forma de ver las cosas sin que nos demos cuenta, pudiendo apreciarse la variación a corto, a medio o incluso a largo plazo. Pueden ser cambios grandes o imperceptibles, pero son cambios exclusivos de cada persona.

Cada uno hemos tenido varios puntos de inflexión en nuestra vida, algunos de grato recuerdo y otros que fueron un mal trago en su momento, pero todos recordamos cuáles son y qué ocurrió en ellos, así como qué cambió en nosotros tras vivirlos. Son momentos imborrables, irrepetibles y personales que nos han hecho ser como somos ahora.

Y son estos momentos concretos que nos marcan y nos hacen cambiar los que nos hacen ser distintos entre nosotros y nos harán seguir cambiando en el futuro. Menos mal, porque si fuéramos todos iguales (sin esas variaciones personales, particulares y características)  se perdería la gracia de todo...
Philipp