Lo primero de todo, quiero recordar
el post anterior, estamos de exámenes y no tenemos tiempo para escribir, pero
en cuanto se pueda retomaremos el ritmo de los meses anteriores. ¡Un saludo a
todos y espero que sigáis leyéndonos!
En los últimos años una gran crisis económica azota al mundo, pero está
afectando más a ciertos países en concreto, entre ellos el nuestro. La economía
está parada, no se genera empleo (se pierde de hecho), los recortes y prestaciones
sociales disminuyen, la ciudadanía cada vez tiene más apuros económicos, etc...
Parece que tras varios años todavía no se ve luz al final del túnel, no se ven “brotes
verdes” ni se espera que la situación cambie próximamente.
Parece que los grandes países, las agencias de calificación y otra serie de
“lobbies”, empresas y personas en la sombra, están manejando el mundo a su
antojo con un único fin: continuar haciendo dinero y seguir dominando la
economía, y todavía en mayor medida si cabe. Las grandes guerras entre países
potentes ya no son con armas ya que ahora lo que prima son las cifras: las
guerras han pasado a ser económicas.
En nuestro país, la clase política y la clase empresarial parece que navegan
como Alemania y las agencias de
calificación les indican, y esto, en mi opinión, es un error muy grave. Es
cierto que hay que cumplir ciertos requisitos por estar en la Unión Europea y
que el flujo de la economía tiene a España contra la pared, pero creo que los
poderes políticos, ejecutivos, empresariales, etc... que nos rigen podrían
hacer bastante más de lo que hasta la fecha están haciendo para variar el rumbo
de nuestra economía y de nuestro país. Y no estoy hablando del partido que
gobierna ni del que estaba anteriormente, estoy hablando de todos los políticos.
En teoría, un político es un representante elegido por los ciudadanos para gobernar
un país/comunidad/ayuntamiento. Y recalco lo de en teoría porque esto no se
está cumpliendo desde hace tiempo. Los políticos tienen un sueldo muy alto, con
pensiones, dietas y ventajas, además de establecer contactos muy influyentes, y
en vez de ganarse todo esto se dedican a increparse continuamente unos a otros
sin aportar nada constructivo al país. Son quienes tendrían que tirar del carro
y reflotar lo que, en parte, han hundido. Pero nada de esto sucede, y al final
el que lo paga es el ciudadano de a pie. Sí, ese que se levanta a las 6 de la
mañana para ir a trabajar, llega por la tarde a su casa y las cuentas aun así
no le salen porque cobra mil euros al mes, tiene hijos, una hipoteca, y a su
pareja la acaban de despedir.
Pongo varios ejemplos de la clase política y empresarial de este país: hace
varios meses una empresa de 200 trabajadores del entorno de Madrid comunicó que
tenía que despedir al 20% de la plantilla porque no le salían las cuentas, así
que los representantes sindicales de la empresa hablaron con la plantilla y se
acordó por unanimidad que todos se bajarían el sueldo un 10% para que nadie
fuera despedido. La empresa aceptó y nadie fue a la calle. Cuando la dirección
central del sindicato se enteró, expulsaron del mismo a los representantes antes
citados por “ir a favor de los intereses de la empresa e incumplir las
directrices del sindicato”.
Otro ejemplo es el reciente caso de Bankia: tras llevar al banco a la
nacionalización forzada, el señor Rato se va habiendo cobrado unos 10 millones
de euros anuales. Pero lo más grave, es que la persona que le sustituye
en el cargo, que no creo que cobre mucho menos, se llevó de su antiguo empleo
en BBVA una pensión de 52’4 millones de
euros.
El tercero es el exilio que los jóvenes están siendo obligados a realizar,
forzados por las circunstancias de la inadmisible tasa de paro española, y más
concretamente por la de paro juvenil. Son jóvenes cualificados que este país ha
formado (gastando una gran cantidad de impuestos) y que ante la falta de
oportunidades marchan a otro país a buscar lo que aquí no tienen.
Con estos casos concretos quiero hacer hincapié en la situación de la
sociedad española actual: hasta ahora siempre ha sido el ciudadano el que se ha
visto obligado a reducir sus ingresos y a sufrir el incremento de los impuestos, siendo siempre
el damnificado de lo que sucede actualmente, pero la situación está llegando a un límite. Si los políticos,
sindicatos, empresarios y demás fuerzas vivas no se sientan juntos y dialogan,
(en serio, y no para la foto de los periódicos del domingo) y encuentran una
solución a la situación, ésta se volverá insostenible y el país se irá a pique.
Los poderes fácticos de este país
deben ir todos a una y no deben continuar con la guerra dialéctica del
descrédito. Aterricen, bajen al mundo de
una vez y prediquen con el ejemplo. Entonces puede que empiecen a surgir los
famosos “brotes verdes” y la ciudadanía comience a creer algo en ellos. Pero si
la situación sigue como está o incluso empeora, la ciudadanía reaccionará y las
altas esferas se llevarán entonces las manos a la cabeza: sería merecido,
llevan riéndose de todos mucho tiempo.
Philipp
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