viernes, 19 de julio de 2013

¡A zancadas!


Cuando lo único que importa es la rapidez, cuando lo único que interesa es llegar a la hora. Las prisas y la costumbre de dejar las cosas para el último momento nos hacen llegar tarde y tener amigos y asuntos esperando. Si nunca deseaste ir más rápido, es que nunca necesitaste un avestruz.

Durante años el ser humano se ha fijado en las aves. Su vuelo ha cautivado a espíritus que deseaban ser libres, a inventores que soñaban con volar algún día. Pero nada más excelente que la más grande de todas, el avestruz. Qué elegancia y qué pasos, cuánto ritmo y cuánta armonía en sus zancadas. Dios las privó de volar pero a cambio les obsequió con dos  largas piernas de ensueño, envidia hoy de muchas modelos.

Ya en el Renacimiento florentino, a la sombra del antropocentrismo, Leonardo se fijó en la armonía de estos bellos animales traídos desde África a sus talleres. Encontró en ellas proporciones nunca vistas por los grecorromanos, esto es, ninguna proporción; valoró la imperfección y la simpatía que le transmitían. Y solo una idea hizo abandonar al genio su pasión por los vuelos y por los pájaros: un medio de transporte eficaz y al alcance de todos.  Imaginó personas que nunca llegarían tarde cabalgando a sus lomos. Imaginó un futuro mejor.
Cinco puntos de vista en el estudio del avestruz. (detalle). Leonardo da Vinci. Hacia 1510-1512.Pluma y tinta con carboncillo. Colección del castillo de Windsor.
 
También otro genio como Walt Disney y sus discípulos supieron captar su proyección como potenciales actrices. Las puso a bailar la Danza de las Horas  en Fantasía, las incluyó en el reparto de los cortometrajes del pato Donald y de Mickey. Tal fue su taquillazo que años después repetirían en otra de las grandes películas haciendo torres para levantar a Simba en El Rey León. Más cercana nos resulta la imagen de las carreras ilegales que se ven en El Príncipe de Persia , las arenas del tiempo . No descarten ver algún día  un avestruz en las butacas del Kodak Theatre y tampoco se sorprendan si sube al escenario a recoger un Óscar.

Un avestruz echa una cerveza a la salud del Sr. Mouse en The Gallopin Gaucho.
 
Aquí viene el proyecto. Tan simple como bajar una mañana, subir encima de tan majestuoso espécimen y susurrarle su destino. A zancadas a cualquier parte; respetando con nobleza cualquier señal de tráfico, sin salir del carril avestruz y dando lo que parece un buenos días a conocidos y conocidas a su veloz paso. Una vez finalizado el viaje, recompensa en forma de comida para el trabajador. Se alimentan  incluso de piedras, por lo que siempre encontrará algo con lo que gratificar a su chófer.  Tomará con cariño el obsequio de su mano y su cuello adoptará por unos instantes la forma de su premio mientras lo deglute. Si comparamos con el precio de otros combustibles, notará el lector que no solo resulta más gratificante “dar” sino que también sus ahorros lo agradecerán. Tras una reverencia del jinete y una reverencia de la montura en señal de respeto, con la sensación del deber cumplido, esconderá su cabeza en la tierra para esperar el próximo paseo. Qué calma y qué paz transmiten cuando están de pie y con la cabeza bajo suelo, un avestruz también es símbolo de tranquilidad; nunca entendí por qué eligieron a las palomas el símbolo de la paz pudiendo escoger a nuestros protagonistas…

Zapatillas y abrigo en invierno, botas de lluvia para días de tormenta, chanclas en verano… La moda e incluso la publicidad podría llegar también a este futuro transporte público. Pero no las usen como meros objetos, no las despersonalicen, también tienen sentimientos. En una de las películas anteriormente citadas se expone la teoría de que tienen actitudes suicidas. No se ha demostrado del todo tal afirmación pero va con moraleja: trátenlas con cariño.  ¿ A Quién se le ocurre una estampa más romántica que dos avestruces enamoradas en primavera y enlazando a sus dueños?. ¿ Y qué más bonito que un huevo de avestruz de inmensas proporciones nacido de esa unión?.  De preferencia católica, faltarán altares para tantas bodas: el avestruz también como símbolo de amor y del sagrado matrimonio.


Por todo ello y por mucho más, invitamos al lector a perseguir sus alocadas ideas, sus sueños y proyectos por muy pintorescos que parezcan. Los que no lo entienden los tacharán de absurdos. Pero como ven,  siendo realistas, argumentos sobran para que el escritor pueda ver en un futuro no muy lejano cumplir sus deseos de cabalgar hacia el trabajo. A partir de hoy, abrimos el debate y las sugerencias para mejorar este innovador sistema. Gracias por su atención.
 
Yen Sid.

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